lunes, 20 de octubre de 2014

NATILLAS

Los murmullos antes de empezar la clase eran algo normal pero hoy, la curiosidad navegaba por las cabezas de los alumnos del aula de Primaria como un barco de corcho siguiendo la corriente del río hasta el mar...

Sonrisas pícaras y cuchicheos se mezclaban con miradas de complicidad de los alumnos al ver que el profesor, de espaldas, terminaba de preparar todo lo necesario para comenzar a impartir su clase, esperando el momento exacto porque, para que la magia funcione de verdad, hay que saber cuándo se tiene que hacer...

- ¡Buenos días a todos! Esta mañana, antes de que llegaseis a clase, he preparado esto. ¿Alguien sabe que es? - dijo el profesor mientras se colocaba un gorro de cocinero, mostrándoles a los niños y niñas un recipiente con una crema amarillenta, un poco espesa.

- Yo creo que sé lo que es - Dijo Amalia desde su silla, en la mitad de la clase. - Son natillas. Mi mamá me las hace alguna vez. ¡Están muy ricas!

El resto de los niños y niñas soltaron un sonido de aprobación, como si las estuviesen saboreando... 


¡mmmmmmmmmm, natillas!


- Muy bien Amalia, esto que veis son natillas. Un postre que se hace con leche, huevos, azúcar, harina y corteza de limón. 

Pero veréis, tengo un problema. Quiero que estas natillas se vuelvan mágicas, especiales y para eso necesito vuestra ayuda.


El profesor sacó una caja de cartón de debajo de la mesa y empezó a sacar botes pequeños y bolsas de plástico precintadas.

- Necesito que cada uno de vosotros hagáis vuestras natillas especiales, que personalicéis las natillas. Quiero que cada recipiente de natillas tenga un poco de vosotros.

- ¿Y cómo vamos a hacer eso? - Preguntó Miguel desde el fondo de la clase, intrigado.

- Estos botes pequeños que tengo aquí son colorantes. Vais a poder pintar vuestras natillas del color que más os guste. 

Estas bolsas tienen todo lo necesario para que podáis decorarlas. Y en este recipiente tenéis otros ingredientes por si queréis cambiarle un poco el sabor. 

¿Estáis preparados para hacer magia?


- ¡¡¡¡¡Siiiii!!!! - Respondieron todos entusiasmados.

El profesor fue dando a cada uno dos recipientes, uno para trabajar la mezcla y otro para presentarla cuando estuviese lista. Colocó la caja con los colorantes, sabores y decoraciones en el medio del aula, para que cada uno de ellos pudiese elegir con cuales iba a trabajar.

- Muy bien, estamos listos. ¡Que empiece el espectáculo!

Los niños y niñas fueron acercándose a la caja, tímidos, como si algo fuese a pasar por acercarse a ella. Nadie metía la mano, sólo miraban. Nadie se atrevía a dar el primer paso.

- Pues a mi me gusta este color, el azul - dijo Andrés, decidido. Alargó su brazo y cogió el bote de colorante. Se giró hacia el profesor, que lo observaba y preguntó:

- Este es azul, ¿verdad?

- Si, Andrés, ese es el bote azul - Contestó el profesor.

- ¡Gracias! - replicó - Es justo el que quería. Se marchó a su sitio y puso un poco de colorante en sus natillas mientras el resto lo miraban, paralizados.

- ¡Mirad, mirad! ¡Son azules! - Exclamó Andrés enseñando sus natillas al resto, orgulloso de su mezcla.

- ¡Ohhhhh! - Exclamó el resto de la clase.

- Venga chicos, ahora os toca a los demás. - animó el profesor al resto.

Perdida la timidez, cada uno se puso a buscar los ingredientes de su mezcla. Casi nadie hablaba, estaban demasiado ocupados discurriendo la mezcla mágica que iban a crear. 


Los minutos pasaban deprisa mientras los pequeños reposteros se dedicaban con empeño a su trabajo.

Poco a poco, fueron acabando sus natillas, que iban colocando en una mesa redonda que el profesor había colocado. Una vez que todas las natillas estaban colocadas y la clase quedó limpia y recogida, se sentaron todos en la mesa redonda, mirando el resultado de su trabajo y el de sus compañeros, fascinados.

- ¡Muy bien, niños y niñas! ¡Habéis hecho un trabajo excepcional! ¡Estoy muy orgulloso de todos vosotros!
Ahora que ya hemos acabado todos, quería hablaros de las natillas. 

Como podéis ver, todas son diferentes. Las de María son de color rosa y están decoradas con corazones de caramelo blancos. Las de Amalia son verdes y tienen menta, las de Yuseff son moradas y tienen polvo de canela y cacao. Li Zhi hizo las suyas con sabor a vainilla y tienen corteza de naranja. Las de Andrés son azules y tienen chocolate con leche y chocolate blanco - una a una fue presentado las mezclas de cada uno de sus alumnos. 

Estas son las mías. Yo no les he hecho nada. Es una mezcla sin mezcla. 

Lo que quería explicaros es que, a pesar de las apariencias, de las diferencias que hay entre unas y otras, de la impresión que nos puede dar al principio. Todas tienen algo en común. Hay en algo que se parecen. ¿Sabéis que es?


Los niños y niñas se miraron unos a otros, como buscando una respuesta en el aire....
El profesor se levanto y llamo a varios de ellos para que se sentasen a su lado, les tapó los ojos con una venda y tomó varias cucharas, dándoles a probar de las diferentes preparaciones que habían hecho.

- ¿Y ahora, sabéis decirme en que se parecen?

- Que todas son natillas - respondió Youseff.

- Que todas son natillas - repitió el profesor. 

Pues veréis, lo mismo pasa con nosotros. A simple vista, todos somos diferentes, hablamos diferente, vestimos diferente, tenemos una familia diferente, nos gustan cosas diferentes... Pero en el fondo, aunque nos cueste verlo al principio, todos somos lo mismo, todos somos iguales, todos somos...


¡¡NATILLAS!!




A los chicos y chicas de la Asociación Agarimo, con los que pude hacer realidad este cuento y hacerles ver que las diferencias son sinónimo de riqueza y no de conflicto. Estáis siempre en mis pensamientos por lo que me habéis dado todos esos días.
Gracias Martin por la ayuda en el cambio de look del blog!!

sábado, 23 de agosto de 2014

LA MUSA DIFUSA

Cada día, antes de que el sol despierte por el horizonte con bostezos de luz y calor, resuenan en el suelo de la habitación de la cantante pequeños pasitos de hada.

Suenan como ratones correteando por la madera del desván aunque, cada vez, a un compás diferente, binarios, ternarios y cuaternarios.

Merche, la cantante, aún duerme, por lo que el hada, su musa difusa en el sueño, le susurra al oído sonidos en diferentes tonos:

Primero tamborilea las paredes del cajón de la cómoda, con tonos graves:
¡TOC TOC TOC!

Luego  roza sus alas con las conchas de la playa de las sirenas que descansan en un florero de color salmón, produciendo tonos medios:
¡CRAC CRAC CRAC!

Por último, se acerca a la ventana y hace sonar las campanillas que cuelgan con dos alfileres de cabeza de cristal, produciendo tonos agudos:
¡TIN TIN TIN!

Pero este sonido hace que la cantante se duerma más profundamente por lo que su musa difusa necesita cambiar sus sonidos inspiradores a diferente intensidad:

Primero los sonidos son suaves, para que el cantante pueda pasar del sueño a la vigilia lentamente, sin olvidar lo que la musa difusa le susurra, como si las dos bailasen una danza sobre las nubes, dejándose llevar por la brisa desde el mar hacia la costa.

A continuación la musa sube la intensidad, produciendo sonidos débiles, iguales que el sonido de las olas golpeando el casco de las barcas amarradas a la costa, mientras la cantante camina por el muelle de la mano de su musa hacia las montañas.

Al final, para despertarla del todo, toca sonidos fuertes, igual que el sonido del trueno en las noches de tormenta retumbando en las cuevas de las montañas.

Merche se despereza y sonríe. Abre muy despacio los ojos intentando esquivar los rayos de sol que juegan al gato y al ratón con las cortinas del dormitorio.

Sabe que su musa ha cuidado de su sueño porque en su cabeza siguen revoloteando como mariposas sonidos de las nuevas canciones que va a componer.

Coge su guitarra, nerviosa. Toma aire y susurra:

- Quiero hacer canciones para alegrar mi vida y la de todo el mundo. Quiero cantar al amor, a la felicidad, a la amistad y a las pequeñas locuras de cada día.
Quiero inventar una nueva palabra:

LA FELICIMÚSICA
¿Me ayudas?


A todos los que, con vuestro trabajo, hacéis que vuestra vida y la de los que os rodean sea, aunque sólo sea por un momento, más feliz.
A Merche Corisco, por darme un ejemplo de lo bueno que es hacer algo que te gusta y buscar tu sitio en el mundo haciéndolo.

viernes, 8 de agosto de 2014

SER NIÑO OTRA VEZ

Si alguna vez se me concede un deseo, sólo uno. Si tengo la suerte de encontrar un trébol de cuatro hojas o se me apareciese un gnomo verde, o quizás mi hada madrina, si un día encontrase la lámpara de Aladino....
Si alguna de esas cosas sucediese, quisiera, aunque fuese sólo por un día, volver a ser niño otra vez.

Ser niño otra vez para volver a pensar que mi mami es una princesa con vestido de lunares, un mar de mimos inagotable, una loca divertida, capaz de hacer de cualquier cosa, un juego.

Ser niño otra vez para ver a mi papi como la persona más fuerte del mundo, con la que me siento seguro y a salvo, una fuente de vivencias y conocimientos de todo tipo, un tiburón azul vegetariano en el océano de gente pez en el que vivo.

Ser niño otra vez para imaginar que sí tomas agua en cuchara se vuelve limonada y la alarma para saber que estás limpio en la bañera son las arrugas que se forman en las yemas de los dedos de manos y pies .

Ser niño otra vez para saber que los palitos de las ramas que caen de los árboles son llaves que abren las cerraduras y los candados de los cofres que guardan los tesoros de los parques.

Ser niño otra vez para poder hacerme invisible siempre que quiera, y asustar a la abuela y al abuelo rugiendo como un león o un tigre, de esos que aparecen en los libros que cada día miro y vuelvo a mirar con tanto entusiasmo antes de cenar.

Ser niño para poder jugar con todo y para hacer de todo un juego. Descubrir lo que hacen los mayores e imitarlos más tarde. Probarme a mi mismo que soy capaz de hacer lo que otros creen que no puedo.

Ser niño para poder sentir todos los tipos de amor que hay en el mundo. El amor de tu familia, el de tus amigos, el correspondido y el ignorado, el consciente y el que sorprende. Conocer el sabor del primer beso, sentir mi corazón palpitando, notar cómo mis labios esbozan una sonrisa cada vez que pienso en mi amor. Sentirme más vivo cuando me coge de la mano y me mira, sentirme desgraciado cuando está lejos.

Ser niño para mirar a las personas y sólo ver personas, no etiquetas ni prejuicios. Tener siempre ganas de abrazar a todo el mundo, aunque necesite cinco minutos para no sentir vergüenza antes de hacerlo.

Pero aunque ser niño otra vez sería genial, pensándolo mejor, creo que no es exactamente lo que quiero, porque todas esas cosas yo ya las he vivido. Lo que deseo con todas mis fuerzas es que tú, mi pequeño, las vivas como yo lo he hecho antes y me tengas a mi a tu lado para acompañarte en este viaje que es la vida.

¡¡¡ Bienvenido al mundo, hijo mío !!!

Esta historia quiero dedicársela a todas esas personas que siguen guardando en su interior un trocito de "vamos a jugar a saltar en los charcos". Vosotros sois los que hacéis esta vida más divertida.
¡GRACIAS!

martes, 17 de junio de 2014

LA ENFERMEDAD (esa cosa dulce y loca)

- Mami, no me encuentro bien... 
- ¿Que te pasa? 
- Creo que estoy enfermo. 

- ¿Por que piensas eso? 
- Me siento raro... 
- A ver mi vida, dime. ¿Que te duele? 
- No, no me duele nada...

- Entonces, ¿que sientes? 
- Hoy en el cole sentía que las piernas no me hacían caso, como cuando tuve tanta "fibre" y parecía que acababa de bajar del tiovivo, ¿te acuerdas? 

- Si, me acuerdo de ese día que te subió tanto la fiebre. 
Esa sensación se llama estar mareado. ¿Y te sientes ahora así? 
- Si, pero no tanto. Ahora lo que noto es que me cuesta respirar, porque tengo que coger mucho aire y soltarlo de golpe... 

- Eso, mi niño, se llama suspirar. 
- Pues eso, que tengo que suspirar mucho. Además, noto la barriga revuelta, como si me hubiese comido todas las chuches del bote... 

- ¿Pero eso no lo has hecho, verdad? 
- No mami, no he probado ni una. No me apetecen. Es como si tuviese el estómago lleno de hormigas jugando a saltar la comba. Pero no sólo eso, cuando pasa un rato noto que lo tengo vacío y solo puedo llenarlo "suspirrando". 
- Se dice suspirar, ratón. 
- Bueno, eso, suspirando.

- ¿Y desde cuando te sientes así? 
- Mmmm, creo que desde que empezamos el cole... 
- Oh, ya veo...  ¿Y no se te pasa? 
- Pues... Si que se me pasa, pero es raro. 

- ¿Raro? ¿Que quieres decir con raro? 
- Es raro porque no necesito comer ni beber, ni tomar jarabe ni ponerme un termómetro. Sólo se me pasa cuando juego con Laura a papás y a mamás. Cuando ella me habla, me abraza, todo eso se me va y tengo ganas de saltar, sonrío sin poder evitarlo.... Y después me paso el resto del tiempo embobado, mirando para cualquier sitio.

- ¡Vaya! , pues si que te ha dado fuerte.... 
- Mami, ¿sabes que me pasa? 

- Claro que si, cariño. Algunos lo llaman esa cosa "dulce y loca"... 
Lo que te pasa es, sencillamente, que estás enamorado. 
Laura es tu primer amor.

- ¿Y qué puedo hacer? 
- Nadie sabe la cura para esa enfermedad ni cómo hacer para que se te pase sola... 
Lo único que puedo darte es un consejo. ¿Quieres que te lo diga? 
- Si, mami. ¡¡¡Quiero saberlo!!!

- Muy bien. Mañana, cuando vayas al cole y juegues con Laura, acércate a ella y dile cómo te sientes, dile que la quieres. 

-Pero mami, ¿Qué me va a contestar? 
- Eso nunca se sabe, todo o nada. Pero si tú no se lo dices, siempre vas a tener la duda....


¡¡¡VENGA  VALIENTE !!!




A todos los que habéis sentido esa cosa dulce y loca llamada amor, que esta historia os sirva para recordarlo con una sonrisa en los labios....
A aquellos que aún no lo hayáis experimentado, que sepáis que tarde o temprano ocurrirá. Vosotros podéis decidir que hacer cuando pase.... 

 
Mira la vida como vuelve y te sorprende.... 

martes, 22 de abril de 2014

LAILA

Cuenta la leyenda que hay una doncella que tiene un trabajo muy particular, cuidar de los sueños de la gente, sobre todo de los niños y niñas...

Dicen las historias que una noche, hace mucho tiempo, una mujer paseaba con su hija y su marido  bajo las estrellas. Decidieron descansar en un claro, acostados mirando como los peces de la constelación de Piscis nadaban a lo largo del mar del firmamento.

La mujer se quedó profundamente dormida, respirando el olor a hierba fresca que los campos desprendían como fuentes naturales de fragancia fresca, sin saber que ese aroma que la hierba liberaba era el encargado de adormecer a los ruidosos grillos que por las noches desvelaban a las criaturas más ancianas de la arboleda.

Cuando se despertó, una niebla blanca y espesa lo cubría todo. No era capaz de ver ni a su hija ni a su compañero. Buscó y buscó por todos los lugares, angustiada y nerviosa, dejó que el miedo trepase por sus piernas hasta llegar a su corazón, lo que hizo que la mujer no encontrase nunca a sus seres queridos ni el camino de vuelta a casa. Estaba tan triste que, llegando casi el amanecer, huyó del sol y se acercó a la luna, susurrándole al oído su petición:

- ¡Quiero vivir contigo en la noche!

La Luna, testigo del acontecimiento, concedió a la mujer su deseo.

- Vivirás conmigo en la noche pero, a cambio, tendrás que trabajar para mi. A partir de ahora te llamarás Laila, y te encargarás de cuidar los sueños de la gente, vivirás para que los demás, al dormir, sueñen cosas tan bonitas como tus días anteriores al de hoy. Sólo podrás dejar este trabajo cuando vuelvas a encontrar a tu familia en sus sueños, mientras tanto, 

Laila aceptó sin pensarlo, a toda prisa, sin tener en cuenta que no iba a ser la única cuidadora de los sueños de la gente, se necesitan muchos cuidadores para cuidar los sueños de todo el mundo. Además, que pudiese encontrar a su familia no iba a depender de ella, dependía de la luna y sobre todo de que su familia nunca se olvidase de ella, soñase con ella por las noches, mantuviese su recuerdo vivo.

Con el tiempo y la espera, sus ojos se llenaron de las lágrimas de los niños que se despiertan por las noches y se volvieron azules turquesa y su pelo se volvió dorado como los primeros rayos de sol que ves al despertarte. Su piel es blanca brillante como la de la luna llena en las noches de verano y sus dedos tejen cada atardecer las historias que los niños y niñas sueñan cada vez que cierran los ojos por las noches. Se alimenta de las sonrisas que desprenden los más pequeños cuando piensan en sus dulces preferidos o en los juegos que les divierten. Trabaja cada noche sin descanso, esperando que en una de ellas pueda volver con su familia y ser feliz otra vez, desincrustando el miedo que le atrapa cada día un poco más su pobre corazón.

Ahora que ya sabes la historia quizás, entre todos, podamos ayudar a la pobre Laila, que un día dejó entrar al miedo en su corazón y paga ese momento día tras día. 

No sabes cómo ayudarla ¿verdad? Yo te lo voy a contar.

Un minuto antes de dormir piensa en la historia de Laila. A lo mejor, por arte de magia, tus sueños y los de su familia se unen, haciendo de hilo conductor entre Laila y su familia. Si eso ocurriese, Laila sería libre y se quedaría siempre al lado de sus seres queridos.
Ya sé que estarás pensando que la Luna es muy lista y que es una posibilidad muy remota pero....

¿QUÉ PUEDES PERDER POR INTENTARLO?





Sé que un día de esta pequeña historia saldrá una grande por capítulos... 
Está dedicada a todas las personas que un día dejaron pasar al miedo y también a las que os sentís o os habéis sentido criaturas de la noche.











lunes, 31 de marzo de 2014

EL VUELO DE LA SIRENA

Cada vez que las olas rompen en las rocas, si escuchas con atención, puedes oír el nombre de una pequeña sirena...

" Soliris Elea, Soliris Elea....."

El mar la llama con cada ola, porque no puede vivir sin verla, sin notar sus brazos y su colita moverse, haciéndole cosquillas, provocando una carcajada de espuma en las crestas de cada ola. Soliris Elea adora nadar.

Al amanecer, Soli se tumba en la roca de la bahía, viendo como el sol se despereza y surca el cielo, acariciando a las nubes que, ruborizadas, se tiñen de naranja y rosa. La pequeña sirena quiere hacer lo mismo que el sol, tumbarse en las acolchadas nubes y volar por el cielo con la misma rapidez que nada por el océano.

No es que no le guste el mar, ni mucho menos, lo que pasa es que Soliris Elea quiere más, mucho más....

Decidida, la pequeña sirena le preguntaba a su mami, Irene, la reina de los mares del caribe, cada noche:

- Mami, ¿por qué no puedo volar como el sol o como los pájaros?

Irene, mientras arropa cariñosamente a la pequeña sirena con la mullida manta de algas, le responde siempre:

- ¿Quién dice que no puedes hacerlo? El día de tu cumpleaños te enseñaré cómo volar con el sol, te lo prometo.

- Pero mamiii ¡¡¡aún falta muchoooo!!! - Protestaba la sirenita.

- El tiempo pasa deprisa mi vida, no seas impaciente. Vas a ver que todas las cosas buenas de la vida siempre se hacen esperar - Respondía Irene con voz dulce y tranquila.

- Pero mamiiii... - Suplicaba Soli entre bostezos.

- Mi amor, es hora de dormir, pero vas a ver como en tus sueños, si lo deseas con fuerza, podrás  surcar los cielos como tu amigo el sol - le dice su madre con voz cariñosa mientras la pequeña va cerrando los ojos.

Los días pasaban y Soli se impacientaba. Era tal su curiosidad que se pasaba los días preguntando a todos los habitantes del mar de coral, pero ninguno de ellos sabía decirle como una pequeña sirena podía ser capaz de volar.

Le preguntaba a las joyeras de las sirenas, las ostras, pero no lo sabían y estaban muy ocupadas trabajando en una joya que tenían que entregar.
Le preguntaba a su amigo Ampo el hipocampo, pero como era joven como ella, no era capaz de darle una respuesta, aunque la entretenía a cambio enseñándola a bailar.
Le preguntaba a los jardineros del mar, las langostas y los cangrejos, pero lo único que hacían era mirarse los unos a los otros, sin dar una respuesta.
Le preguntaba al pez payaso y a la manta raya, pero cada vez que lo hacía, cada uno de ellos se escondía, el primero dentro de las anémonas y el segundo bajo el manto de arena, así que decidieron quedar cada día para jugar al escondite en el manto de coral.
Llegó a preguntarle a la cascarrabias de las rocas, Lorena la Morena, pero antes de que la pequeña sirena terminase la pregunta, Lorena la interrumpió y la echó de su casa de malos modos...

Día tras día el mismo interrogatorio a los habitantes del mar de coral, noche tras noche las mismas súplicas a su mami antes de dormir....

Hasta que llegó el tres de abril, el día del cumpleaños de Soliris Elea. Cuando la sirena empezó a abrir sus grandes ojos, notó que había algo raro.... No estaba en su cama. El sol estaba a punto de salir y la pequeña sirena se vió, por un instante, perdida, pero la voz de su madre la tranquilizó al instante.

- Buenos días Soliris, ha llegado tu cumpleaños y tal y como te he prometido, hoy vas a aprender a volar con tu amigo el sol. Este es un regalo de todos los habitantes del mar de coral. Todos, a su manera, han participado.

Las ostras, por su parte, te han hecho unas alas con hilo dorado de mejillón y polvo de perla, lo que te ayudará a que tu vuelo sea lo más largo posible. ¡Venga, póntelas! Estás preciosa...

Soliris Elea no sabía que decir...

Los cangrejos y langostas han estado cuidando el jardín de algas para que tu aterrizaje sea lo más seguro y blando posible, quitando cada una de las raíces duras y las púas. Un trabajo agotador.

La manta raya y el pez payaso han sido los encargados de ponerte en forma todos estos días, enseñándote cómo manejar tu cola y tus manos para tener equilibrio, además de darnos al resto espacio para que la sorpresa no sé echase a perder.

Lorena la Morena ha estado ocupada diseñando y preparando un banquete digno de una princesa del mar de Coral, encargando productos muy difíciles de encontrar y cocinando con mimo y esmero cada uno de ellos.

Ampo el hipocampo nos ha enseñado a todos los habitantes del mar del caribe el baile de Soliris Elea, una danza que él ha inventado y que después de tu vuelo todos bailaremos agarrados.

- Oh mami, no sé qué decir. He sido un incordio para todos y vosotros preparándome algo tan especial.

- No lo sientas mi niña, eres curiosa y despierta. Todos te queremos tal y como eres.
Y ahora dime, estás preparada para tu vuelo? El sol está a punto de salir y todos te están esperando.

Soli se incorporó y vio que todos sus amigos estaban alineados en dos filas, en línea recta.

- Lo estoy mami. ¡Vamos allá!

- Muy bien. Esto es lo que tienes que hacer. Nada tan rápido como puedas, sigue la línea que marcan tus amigos. Al final de ella te espera Elena la ballena, que te impulsará hacia el cielo.

- Lo haré mami! Seré la más rápida de los mares de coral.

La pequeña sirena sé metió en el agua de un salto, sumergiéndose para coger impulso. Empezó  a mover su cola cada vez más rápido, siguiendo la línea que marcaban sus amigos. A su paso, el mar se revolvía muerto de risa, formando olas de carcajadas cada vez más grandes, lo que provocaba que Soli fuese una estela plateada y dorada sobre el fondo azul cielo. Podía ver la boca abierta de Elena la ballena abierta esperándola, y por un segundo, dudó. Pero recordó las palabras de Irene, su mami, y nadó mucho más rápido, cerrando los ojos al entrar en la oscuridad. De repente, notó como si el viento empujase su cuerpo hacia el cielo, sintiendo la brisa fresca en sus mejillas. Abrió los ojos y solo pudo ver el sol, pero se movía, estaba volando. Miles de peces voladores la llevaban por el aire como si estuviese saltando de nube en nube, acompañando a su amigo el sol en su despertar matutino por la senda de arco iris que las gotas del mar formaban con los rayos de luz. Podía ver a sus amigos en el agua, riendo y bailando.

Pero lo que más le gustó ver es su reflejo en el mar. Ella siempre había volado, pero nunca se había dado cuenta de que su cielo era el océano, y que uno se refleja en el otro.
Volvió a cerrar los ojos, mientras caía y pensó.....

¡¡¡GRACIAS AMIGOS, GRACIAS MAMI!!! 
¡¡¡SOY LA SIRENA MÁS FELIZ DEL MUNDO!!!
¡¡¡OS QUIERO!!!



Para Soli. Este cuento no hace otra cosa que contar lo que el amor de una madre es capaz de lograr.
Para Irene. Espero haber sabido dibujar con palabras las ideas que revoloteaban en tu cabeza y en tu corazón.
Me gusta pensar que mi lápiz, en este caso, ha sido tu voz.

miércoles, 19 de marzo de 2014

LAS GALLINAS DEL PADRE DE MARÍA

En San Ciprián, todos conocen la historia de las gallinas del padre de María. Cada mañana los niños desfilan por delante de esa casa y se colocan, arremolinados junto a la verja, impacientes, con caras de curiosidad, como si el jefe de pista del Gran Circo fuese a dar paso a los leones.

Cada mañana, a las 8.35 de la mañana, siempre puntual como un reloj suizo, Pepe Rivas sale con paso firme. A cada paso que da, parece que el suelo tiembla. Mete su mano derecha en el bolsillo y saca un silbato verde pistacho brillante...

¡¡¡¡  Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii !!!!

En ese momento, la pequeña María sale de casa con la gaita a cuestas, con paso firme como el de su padre y se coloca enfrente del corral de las gallinas. Respira hondo, quitándose los nervios ante tanta expectación, y empieza a tocar la melodía titulada "A muiñeira militar das galiñas".

Cuando María empieza a tocar, Pepe abre las puertas del gallinero de golpe, y las gallinas empiezan a salir de cada uno de sus nidos, cuatro pasos hacia delante, todas alineadas. 
Pepe vuelve a sacar su silbato y pita dos veces seguidas, dos veces fuertes y cortas...

¡¡¡¡ Piiiiiiii !!!!! ¡¡¡¡ Piiiiiiii !!!!

Los niños y niñas, pegados a la verja roja que rodea la finca, vitorean y dan palmas...
- ¡Que salgan los gallos, que salgan los gallos!
Pepe abre las puertas traseras y de ellas salen dos gallos.
  
Como si de generales se tratasen, al son de la música, los gallos rodean el gallinero, uno por cada lado, hasta ponerse en los extremos de la fila, flanqueando a las gallinas que se mantienen inmóviles esperando que el grupo esté completo.

Pepe Rivas guarda en su bolsillo el silbato verde pistacho mientras se acerca a su hija María, que continúa tocando la gaita. 

Teresa, la madre de María, sale de casa con una pandereta, signo de que el espectáculo va a llegar a su parte más importante. Justo en el momento en el que Teresa llega a la altura de su hija y su marido, la niña acaba de tocar. Todo queda en silencio....


Kikirikiiiiiii - Cantan los gallos
Cocorocooo - Contestan las gallinas
A bailar!!! - Gritan María, Pepe y Teresa


La familia entera, con los gallos y gallinas, se convierten en una orquesta, mezclando sonidos de gaita y pandereta con cantos de los gallos y gallinas, acompañados por las palmas de los entretenidos espectadores. 
Para el deleite final del público, los gallos y las gallinas abren sus alas y las vuelven a cerrar, mientras se entrecruzan unas con otros como si fuesen bailarinas y bailarines de ballet. La danza de las aves es espectacular, una coreografía de colores, formas y texturas, como miles de abanicos animados que regalan aire fresco a los espectadores. Hay días que, sin que nadie lo haya preparado, los animales de las fincas vecinas se unen a la danza, haciéndola incluso más colorista y fastuosa, un merecido homenaje a los parientes lejanos de estos animales de granja, Los Inigualables Músicos de Bremen...

Como acto final, Pepe saca por última vez su silbato verde pistacho brillante y lo hace sonar como si un grupo de grillos estuviese avisando a la luna que el día está a punto de comenzar....

¡¡¡¡Piiiii!!!!  ¡¡¡Piriiiipiii!!  ¡¡¡Piiii!!! ¡Piiriiipiii!! ¡¡Pii Piiii!! ¡Piiiii! ¡Piripiiiiii!

Los animales, en fila, se encaminan hacia el gallinero, pasando por delante de los espectadores, despidiéndose del público presente haciendo una reverencia, encaminándose cada uno de ellos hacia su propio espacio en el corral, apurando la melodía que está a punto de terminar. 

Ninguno de ellos nunca se equivoca de sitio porque, como dice la letanía que cantan  los niños de San Ciprián en sus juegos, Pepe Rivas es un maestro como no hay otro igual.




















A María Rivas, espero que este pueda ser un buen regalo del día del padre y de cumpleaños para ti, que algún día les cuentes a tus primas Ángela y Elena este cuento, para que sepan el tío tan grande que tienen. 
La ilusión que tienes para hacer las cosas te la he "robado" para contar una historia que no hubiese existido si no me la hubieses contado.